miércoles, 28 de enero de 2009

Tómbola Tiki Tack

El día en que la Tómbola Tiki Tack no abrió


por makiitadm

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La luna estaba ya tomando su posición sobre toda Neopia. Las luces comenzaban a apagarse y los neopianos a ponerse su pijamas. Excepto uno. Había una sola luz que no se apagaba hasta muy entrada la noche. Era en la Isla del Misterio, en donde estaba la luz que no se apagaba.

Cerca de la orilla de la playa había un negocio bastante pintoresco, lleno de regalos artilugios. Se llamaba Tómbola de Tiki Tack. Cada día miles de neopianos llegaban a probar suertes para ver que conseguían sacando un papelito.

-¡Pasen, pasen! Los papelitos con 0, 2, 5 se llevan un gran premio. ¡Pasen! Una jugada gratis diaria.

Así anunciaba el dueño del negocio. El dueño era bastante peculiar y muchos desconocían de qué especie era. Solía usar una camisa color rojo con flores y siempre estaba de muy buen humor. Muchas veces, si la persona que estaba sacando un papelito y nada ganaba, le daba un pequeño premio.

Su negocio se abastecía de las donaciones de los más poderosos de Neopia. Gracias a eso, él cada noche podía confeccionar los regalos del día próximo. Es por esto que siempre su luz era la última en apagarse.

Un día, estaba ordenando los pinceles que regalaría para el próximo día, cuando se dio cuenta que sólo le quedaban ¡¡DOS PINCELES!! Decidió, en fin, dar otros regalos, pero… ¡¡SÓLO LE QUEDABAN ESOS DOS PINCELES Y NADA MÁS!! Era ya muy de madrugada y pronto ya tendría que abrir el negocio y no tenía ningún premio. Fue a buscar al correo en donde llegaban las donaciones y desesperado vio que en él no había nada. A lo lejos el sol ya comenzaba a lanzar sus rayitos por neopia y él aún no tenía ni un regalo. Desesperado salió de su tienda a dar unas vueltas por la Isla del Misterio.

Se acercó a la cocina de la Isla del Misterio, que recién habría abierto sus puertas.

-¡Buenas!- lo saludó el cocinero.

-Hola- contestó cabizbajo el dueño de la Tómbola-.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué no estás en tu tienda? Los neopianos ya comienzan a despertar.

-Es que… ¡¡No me llegaron donaciones!! Y no tengo ningún regalo. Sólo un par de pinceles. No puedo abrir hoy. ¿Qué haré?

-¿Y los poderosos de Neopia?

-No sé que habrá pasado con ellos.

-Lo siento, pero todo lo que tengo es para Mumbo Pango.

-Lo sé.

Se retiró de la cocina y vio como de a poco la gente comenzaba a dar vueltas en torno a la Tómbola. Se escondió intentando encontrar una solución a su gran dilema.

Pronto, estaba la mitad de neopia fuera de la Tómbola, agolpada a la ventana, golpeando la puerta.

Cuando ya se hacía medio día, gran parte de Neopia observaba intranquila que la Tómbola no se abriera. Llamaban al periódico, a la televisión, para poder solucionar algo. Pues el dueño de la Tómbola no daba señales de aparecer.

Se crearon grupos para ir en busca del dueño de la Tómbola, pero por más que buscaron por toda la Isla, no lo encontraron. Salieron, pues, a todo el resto de Neopia. Llegaron, así, al país de las Hadas, que estaban ordenando a un pequeño grupo que estaba por jugar en la Rueda de la Emoción. Estaban todas extrañadas de la poca gente que había llegado a jugar a la Rueda.

Uno de los buscadores era un pequeño Lutari, que se acercó sigilosamente a un Hada y le preguntó por el hombre de la Tómbola de Tiki Tack

-No, mi querido lutari, por aquí no ha andado él. ¿Qué pasó?

-No sabemos, hoy nos levantamos y fuimos a la Tómbola y no estaba. Ya es medio día y aún no abre ni aparece él.

-¡Que extraño! Debería abrir, hoy es un día normal. No hay celebraciones.

-Lo sabemos, hadita, pero él no está. Ya lo buscamos por todas partes y nuestra búsqueda ha sido infructuosa.

Salió entonces el hada de la tierra, que andaba visitando al Hada Fyora. Se acercó al Lutari, pues había escuchado la conversación.

-Hola, mi buen lutari. Así que la Tómbola de Tiki Tack está cerrada. Por eso a los otros lugares de Neopia nadie ha ido.

-Sí, hadita. No hay nadie que sepa el por qué a que la tienda no haya abierto. Estamos tan apenados, además preocupados por el hombre de la Tómbola. ¿Si le pasó algo?

-No pienses en eso. Mira, vamos a ver al Hada Fyora, para que nos ayude.

Se dirigieron entonces, a donde Fyora se encontraba. Estaba en su oficina, golpearon suavemente y ésta se abrió.

-¿Qué sucede, Illusen?

-Pues… - Illusen miró al Lutari y le hizo un gesto para que hablara.

-Eh… ust…- el Lutari estaba muy nervioso ante la presencia del Hada-… usted… sabrá que en la Isla del Misterio hay una Tómbola Tiki Tack, ¿sí? Y que cada día abre y nos da un regalito, pero sucedió hoy que no abrió. Y el dueño no se encuentra por ningún lado.

-¿No? Que extraño. Quizá algo pasó.

-No sabemos, Hada Fyora. No lo sabemos.

El hada Fyora salió apresurada del despacho y se fue con el Lutari hacia la Isla del Misterio. Había un gran alboroto por todo el tiempo que la gente tuvo que esperar, pero se calmaron en el instante en que el hada Fyora llegó.

Miró por todos lados. Dio algunos vuelos por la Isla, hasta que por fin lo vio. Bajó a su encuentro y lo sacó de su escondite.

-Ha…da…

-¿Qué hace aquí, gentil?

-Es que…

-Es medio día y la gente está esperando los regalos.

-Sí, mi hadita, pero es que… ¡¡No tengo regalos!! – chilló y lloró desconsoladamente, apoyándose en un árbol-. Sólo me quedan dos pinceles y no tengo de donde sacar más. No podía abrir y dejar solo a dos con un regalo y al resto no. ¡No sabía qué hacer! Era de madrugada, a punto de que el sol despertara.

-Así que no hubo donación, pues debe haber un error en el envío de éstas.

Miró a todos, que estaban expectantes de recibir su regalo del día. El hada Fyora se acercó a ellos, tomó del brazo al hombre de la tienda. Y, con voz potente, señaló:

-Muchas veces nos veremos enfrentados a esto. A no tener regalos. Pues, he decido hoy… - todos miraban nerviosos a Fyora, esperando que no cerrarán la Tómbola Tiki Tack-… que de ahora en adelante, cada uno de nosotros hará una pequeña donación a la Tómbola, para poder mantenerla. Pues es de todos y todos debemos cuidarla. Si no, ¿quién? Tengan confianza, pues, que si hoy ponemos todos un poco, si todos ponemos un poco ahora, para la tarde, antes que el sol vuelva a dormir, tendrán sus regalos.

Hubo un gran júbilo en toda la Isla del Misterio. Ya para media tarde, el hombre de la Tómbola Tiki Tack, había reunido lo necesario para hacer muchos regalos, para muchos días. Todos se ordenaron en un fila, muy quietos a sacar su numerito de la Tómbola.

Y de ahí en adelante, quedó decidido que cada Neopiano tendría que donar un poco, si es que la Tómbola llegase a quedar sin nada.

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